Se ha vuelto la pregunta que más surca mis pensamientos los
últimos meses; de acuerdo, para iniciar, tendremos que hablar un poco de
historia.
Desde los indígenas, hasta la colonización y la unificación de las
razas del continente africano y europeo con las nuestras, los hispanoamericanos,
han anclado su desarrollo cultural a lo que ellos llaman la base de la
sociedad: Familia. El tan aclamado y adorado núcleo de seres unidos por
coincidencias genéticas, se ha vuelto pilar de todo, resulta difícil
contrariarlo, puesto que, quienes nos apoyan (en el 60% de los casos) desde la
infancia, suele ser nuestra familia, crecemos con la imperiosa necesidad de
hacer felices a nuestros padres, hermanos, abuelos e inclusive a otros, fuera de
nuestros parientes.
Antes de que los españoles llegaran a este continente, los
indígenas se distribuían y manejaban en una idiosincrasia no muy diferente de la actual, se hacía lo que dijera el jefe
de aldea y bien de casa, se realizaban los trabajos para los que se te
considerara capaz, cuidabas a los más pequeños, obedecías normas y leyes
estipuladas y crecías en un ambiente libre de “caos” regido por una rutina; ahora
bien, ¿a qué viene la explicación?
Simple, no eres tú quién se ocupa de las riendas de tu vida, sino, tu familia,
al llegar los Españoles, evolucionó todo un poco más, surgieron los llamados
negocios familiares y otras libertades fueron permitidas, sin embargo, seguía
siendo la familia quién decidía las cosas importantes sobre tu futuro,
matrimonio, estudios, hijos, y a su vez crianza de estos, ¿hemos estado en
algún momento libres de la presión del sentimentalismo familiar?
Es que, si
estudio Medicina y no Arquitectura mi familia se va a decepcionar, si no tengo
hijos, mi madre va a entristecerse, si no me caso será una deshonra, y si lo
hago, tiene que ser con alguien que les agrade, si me hago una perforación mis
padres van a molestarse, si me tatúo también, quizá piensen que me descarrilo de lo que se me ha enseñado, si no soy heterosexual se sentirán humillados y frustrados, si no comparto sus creencias sentirán que
hicieron un mal trabajo, si eres
promiscuo(a) no te respetas ni aprecias, y les dolerás, si no tienes relaciones
estables temen que le huyas al compromiso, y si y si y si…
¡LIBÉRATE! Estamos aferrados a querer ser buenos hijos,
porque nos han hecho sentir mediocres y malos desde niños, haciéndonos creer
que debemos complacer siempre a los demás y obedecer las reglas que resultan
convenientes a otras personas, es allí cuando comenzamos con el “vamos a ser
novios sin que mis padres se enteren, me voy a colocar el piercing sin que se
enteren, me haré el tatuaje cuando no estén, nos vamos a la fiesta cuando estén
durmiendo, les digo en navidad que me voy a mudar, les diré cuando estén de
humor que soy gay o que dejaré la Universidad, se enterarán de esto o aquello cuando y cuando y cuando”, etc.
El caso es que, nos condenan y martirizan cuando tomamos decisiones, nos
reafirman que no tenemos edad o capacidad para hacernos responsables por las
mismas y crecemos afirmándonos que debemos ser “niños buenos y obedientes”
porque papá y mamá solo quieren nuestro bien; no encuentro nada grave y
retorcido en querer experimentar, conocerte, probar tus limites,
desarrollar tus talentos y destrezas, salir con amigos, ir a fiestas, saber qué
o quién te gusta, quemar etapas y tener el deseo de no sentirte mal por ello,
aunque se haga complejo porque estás atado a tus creencias, pues yo te digo
¡libérate! De las presiones emocionales,
de la autocrítica, de la autoflagelación, del peso de una consciencia mal
formada, porque, déjame decirte querido(a) amigo(a) que aquella consciencia que
funciona y reacciona en base al resto es una consciencia inútil, puesto que no
te pruebas nada a ti, y lamentablemente a los demás tampoco.
No solo la familia intenta influir en tu vida, lamentablemente
el latino se cree dueño y señor de la vida ajena, en posición de ver las
acciones de todos aun cuando no ven las suyas, sin importar si triunfas o no,
las personas (aunque no tengan la más mínima idea de quién eres realmente) se
sentirán en facultad de opinar, siendo esto un eufemismo para no utilizar los adjetivos aplicables, ésta actitud es bastante capciosa, puesto que
si alguien que suele ser reservado opina sobre algo o alguien, ¿podríamos decir
que está siendo entrometido? ¡Que no te queden dudas! Bien es sabido que tenemos
derecho a la opinión libre como seres humanos, pero la única opinión realmente válida
es aquella que no atenta contra un ser o un estar, sino contra un hecho de
interés general, la Eutanasia tal vez, el Aborto quizá o la Política, pero
sobre la vida de alguien, NUNCA NUNCA te sientas en potestad de dar opiniones
afirmativas sobre lo que está bien o mal, sobre qué o cómo debe hacerlo, y mucho menos a etiquetarle, es un individuo, nótese; y por ende tiene derecho a hacer y tomar decisiones en SU
VIDA como mejor le parezca.
Padre, Madre,
usted que hace sentir a su hijo miserable con cada palabra, mirada y con cada
‘NO vas, NO puedes, NO tienes, NO harás’, espero que esté leyendo esto, y que
medite de manera conciente en cómo afecta el futuro de sus
características personales, cuando usted cree que está formándolo y
protegiéndolo.
Ser buen padre o madre es aprender a aceptar la individualidad
de sus hijos y guiarlos en el trayecto, sin cohibirlos de ser quiénes son, sin alejarlos de lo que usted cree y considera “malo o incorrecto”, no lo exponga, claro está,
pero no lo sobreproteja de las experiencias que aporta cada etapa, ya que, finalmente, aunque usted lo dude, son las que forman el carácter, aunadas a sus
consejos (no leyes) y principios (no prohibiciones), usted, compañero(a) de
clase, amigo(a), amigo(a) de la infancia), amigo(a) de la familia, profesor(a),
vecino(a), amigo(a) de redes sociales, tío(a), primo(a), extraño(a), etc, no
vea por los vidrios de la vida de los demás, vea el espejo de la suya y trabaje
en quién usted es, lo que él/ella hace no es de su incumbencia, no es su
problema, no es su decisión, no son sus consecuencias, deje de polemizar todo
aquello que ve, deje de criticar todo aquello que “no le parece”, deje de
hacerse la víctima de un asunto que no es suyo, si a usted no le afecta ni le
concierne de forma directa, continúe, siga adelante, enfóquese en su Yo, y
tenga la decencia de aplicar en su vida el dicho que resulta muy latino, pero
solo en lengua, porque muy pocos lo aplican: “¡vive y deja vivir!”.
Les aseguro a
todos, que mientras menos se fijen e intenten involucrarse, interferir e
influenciar la vida del resto, más exitosa, satisfactoria y complaciente será
la suya, y me atrevo a decir, que 100% más feliz, disfrute la vista, disfrute
el camino, hágalo con consciencia y recuerde, usted también es un individuo,
y tiene los mismos derechos y deberes que todos.