viernes, 26 de abril de 2019

¿Somos realmente libres?


¿Por qué la cultura latinoamericana se encuentra tan influida por prejuicios morales?

Se ha vuelto la pregunta que más surca mis pensamientos los últimos meses; de acuerdo, para iniciar, tendremos que hablar un poco de historia. 

Desde los indígenas, hasta la colonización y la unificación de las razas del continente africano y europeo con las nuestras, los hispanoamericanos, han anclado su desarrollo cultural a lo que ellos llaman la base de la sociedad: Familia. El tan aclamado y adorado núcleo de seres unidos por coincidencias genéticas, se ha vuelto pilar de todo, resulta difícil contrariarlo, puesto que, quienes nos apoyan (en el 60% de los casos) desde la infancia, suele ser nuestra familia, crecemos con la imperiosa necesidad de hacer felices a nuestros padres, hermanos, abuelos e inclusive a otros, fuera de nuestros parientes.

Antes de que los españoles llegaran a este continente, los indígenas se distribuían y  manejaban en una idiosincrasia no muy diferente de la actual, se hacía lo que dijera el jefe de aldea y bien de casa, se realizaban los trabajos para los que se te considerara capaz, cuidabas a los más pequeños, obedecías normas y leyes estipuladas y crecías en un ambiente libre de “caos” regido por una rutina; ahora bien,  ¿a qué viene la explicación? Simple, no eres tú quién se ocupa de las riendas de tu vida, sino, tu familia, al llegar los Españoles, evolucionó todo un poco más, surgieron los llamados negocios familiares y otras libertades fueron permitidas, sin embargo, seguía siendo la familia quién decidía las cosas importantes sobre tu futuro, matrimonio, estudios, hijos, y a su vez crianza de estos, ¿hemos estado en algún momento libres de la presión del sentimentalismo familiar?
 Es que, si estudio Medicina y no Arquitectura mi familia se va a decepcionar, si no tengo hijos, mi madre va a entristecerse, si no me caso será una deshonra, y si lo hago, tiene que ser con alguien que les agrade, si me hago una perforación mis padres van a molestarse, si me tatúo también, quizá piensen que me descarrilo de lo que se me ha enseñado, si no soy heterosexual se sentirán humillados y frustrados,  si no comparto sus creencias sentirán que hicieron  un mal trabajo, si eres promiscuo(a) no te respetas ni aprecias, y les dolerás, si no tienes relaciones estables temen que le huyas al compromiso,  y si y si y si…

¡LIBÉRATE! Estamos aferrados a querer ser buenos hijos, porque nos han hecho sentir mediocres y malos desde niños, haciéndonos creer que debemos complacer siempre a los demás y obedecer las reglas que resultan convenientes a otras personas, es allí cuando comenzamos con el “vamos a ser novios sin que mis padres se enteren, me voy a colocar el piercing sin que se enteren, me haré el tatuaje cuando no estén, nos vamos a la fiesta cuando estén durmiendo, les digo en navidad que me voy a mudar, les diré cuando estén de humor que soy gay o que dejaré la Universidad, se enterarán de esto o aquello cuando y cuando y cuando”, etc. 

El caso es que, nos condenan y martirizan cuando tomamos decisiones, nos reafirman que no tenemos edad o capacidad para hacernos responsables por las mismas y crecemos afirmándonos que debemos ser “niños buenos y obedientes” porque papá y mamá solo quieren nuestro bien; no encuentro nada grave y retorcido en querer experimentar, conocerte, probar tus limites, desarrollar tus talentos y destrezas, salir con amigos, ir a fiestas, saber qué o quién te gusta, quemar etapas y tener el deseo de no sentirte mal por ello, aunque se haga complejo porque estás atado a tus creencias, pues yo te digo ¡libérate!  De las presiones emocionales, de la autocrítica, de la autoflagelación, del peso de una consciencia mal formada, porque, déjame decirte querido(a) amigo(a) que aquella consciencia que funciona y reacciona en base al resto es una consciencia inútil, puesto que no te pruebas nada a ti, y lamentablemente a los demás tampoco.

No solo la familia intenta influir en tu vida, lamentablemente el latino se cree dueño y señor de la vida ajena, en posición de ver las acciones de todos aun cuando no ven las suyas, sin importar si triunfas o no, las personas (aunque no tengan la más mínima idea de quién eres realmente) se sentirán en facultad de opinar, siendo esto un eufemismo para no utilizar los adjetivos aplicables, ésta actitud es bastante capciosa, puesto que si alguien que suele ser reservado opina sobre algo o alguien, ¿podríamos decir que está siendo entrometido? ¡Que no te queden dudas! Bien es sabido que tenemos derecho a la opinión libre como seres humanos, pero la única opinión realmente válida es aquella que no atenta contra un ser o un estar, sino contra un hecho de interés general, la Eutanasia tal vez, el Aborto quizá o la Política, pero sobre la vida de alguien, NUNCA NUNCA te sientas en potestad de dar opiniones afirmativas sobre lo que está bien o mal, sobre qué o cómo debe hacerlo, y mucho menos a etiquetarle, es un individuo, nótese; y por ende tiene derecho a hacer y tomar decisiones en SU VIDA como mejor le parezca.

Padre, Madre, usted que hace sentir a su hijo miserable con cada palabra, mirada y con cada ‘NO vas, NO puedes, NO tienes, NO harás’, espero que esté leyendo esto, y que medite de manera conciente en cómo afecta el futuro de sus características personales, cuando usted cree que está formándolo y protegiéndolo. 

Ser buen padre o madre es aprender a aceptar la individualidad de sus hijos y guiarlos en el trayecto, sin cohibirlos de ser quiénes son, sin alejarlos de lo que usted cree y considera “malo o incorrecto”, no lo exponga, claro está, pero no lo sobreproteja de las experiencias que aporta cada etapa, ya que, finalmente, aunque usted lo dude, son las que forman el carácter, aunadas a sus consejos (no leyes) y principios (no prohibiciones), usted, compañero(a) de clase, amigo(a), amigo(a) de la infancia), amigo(a) de la familia, profesor(a), vecino(a), amigo(a) de redes sociales, tío(a), primo(a), extraño(a), etc, no vea por los vidrios de la vida de los demás, vea el espejo de la suya y trabaje en quién usted es, lo que él/ella hace no es de su incumbencia, no es su problema, no es su decisión, no son sus consecuencias, deje de polemizar todo aquello que ve, deje de criticar todo aquello que “no le parece”, deje de hacerse la víctima de un asunto que no es suyo, si a usted no le afecta ni le concierne de forma directa, continúe, siga adelante, enfóquese en su Yo, y tenga la decencia de aplicar en su vida el dicho que resulta muy latino, pero solo en lengua, porque muy pocos lo aplican: “¡vive y deja vivir!”.

Les aseguro a todos, que mientras menos se fijen e intenten involucrarse, interferir e influenciar la vida del resto, más exitosa, satisfactoria y complaciente será la suya, y me atrevo a decir, que 100% más feliz, disfrute la vista, disfrute el camino, hágalo con consciencia y recuerde, usted también es un individuo, y tiene los mismos derechos y deberes que todos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

De la inconsciencia, a la trascendencia. ✨

C reo que no solo hablaré por mí, sino por todas las mujeres que alguna vez se han entregado en cuerpo y alma, y han sido desposeídas, a tod...